No, nada es imposible. Tal y como decía Hassan I Sabbah en su mítica expresión de «Nada es verdad, todo esta permitido». Me permito extrapolarlo para hablar sobre un mago de hace unos cuantos siglos: Mathias Buchinger.
Tres de junio de 1674, Ansbach, Alemania . Viene al mundo un niño sin brazos ni piernas, hijo menor de nueve hermanos. Imagínenselo, no lo tuvo que tener nada fácil ¿verdad?. Sospecho que cuando nació nadie podría imaginarse que Mathias pasaría a la historia, entre otras cosas, por ser un estupendo mago.
En sus viajes por Irlanda y, en gran medida por Inglaterra, su fama le llevo a recibir el título de «Little Man from Nuremberg». Destacó en diversas ramas de la magia, principalmente cartomagia y manipulación, con ellas era capaz de maravillar a los públicos que eran incapaces de creer lo que estaban viendo, tanto por la imposibilidad del efecto como por la “situación” particular del mago.
Además Buchinger destacó en otros artes, como la caligrafía (creó extraordinarios y elaborados grabados) y la música (era capaz de tocar la flauta, la trompeta, el dulcimer y la gaita). Cabe decir, aunque no es estrictamente mágia (aunque muchos pensaran que sí) que tuvo once hijos (o catorce, según la fuente), ocho mujeres y más de setenta amantes. Un auténtico “conquistador”.
Todos los que han escrito sobre Buchinger se han planteado la misma cuestión: ¿No es Buchinger un prestigiditador? No estrictamente (atendiendo al concepto creado por Jules de Révere), y quizás sea porque la magia, en contra de los que muchos profanos piensan, no es exclusivamente habilidad o rapidez de manos, sino que va más allá. Es un cultivado arte en que entran en juego las más importantes habilidades y recursos del hombre.
Murió en Cork en 1740 pero lo cierto es que nadie muere del todo si continua en el recuerdo de los vivos.
Fuentes:
– Wikipedia
– «Aventuras de 51 magos y un fakir de Cuenca» de Ángel Edígoras. Editorial Páginas. 1999.